Entre la avenida de María Luisa y la de las Delicias, en Sevilla capital, se encuentra el edificio que alberga la Fundación Valentín de Madariaga. Esta fundación creada en 2004, tiene como fines esenciales los de promover, fomentar y organizar actividades de carácter educacional, empresarial, medioambiental, cultural y social.
El edificio fue construido para la Exposición Iberoamericana de 1929 por el Gobierno de los Estados Unidos para albergar el pabellón de este país en dicha exposición. Después de muchas negociaciones entre ambos gobiernos, (ya que los Estados Unidos no construye edificios permanentes en terrenos que no sean de su propiedad) se decidió la cesión del mismo por un máximo de 75 años y un pago de 200.994 dolares para que este país pudiera eludir la compra. Obviamente al gobierno de España y al ayuntamiento de Sevilla les salió carísima la operación y la presencia de los Estados Unidos de América en la "Expo del 29" . Durante esos 75 años de cesión gratuita, en este edificio se instaló el consulado americano en la capital de Andalucía.
Se realizó un concurso restringido entre cinco reconocidos arquitectos americanos, a los que se les solicita que las edificaciones (originariamente eran tres los edificios) reuniesen un estilo que ellos denominaban en aquel momento "misiones españolas". Fue elegido el proyecto presentado por el arquitecto californiano Willian Templeton Johnson, que unos años antes había construido en San Diego, el Museo de Arte de esa ciudad, inspirado en el estilo plateresco español, inspiración que repite en el edificio del que hablamos. Con claros matices coloniales y una decoración propia de las grandes mansiones californianas, se trata de un edificio de planta triangular, que incluye en su interior un patio central semejante y concéntrico con las líneas de fachada. Deberíamos añadir que, en todas las grandes exposiciones de este tipo, provocar la admiración del público es una de las pautas obligatorias y para ello se recurre a la simple y llana fantasía. El pabellón de los Estados Unidos, recurre al colonialismo hispano, a los decorados de Hollywood y a las casas de los actores famosos que entonces vivían en Berbely Hills. Aún sí este edificio presenta dos elegantes portadas donde la ornamentación de la piedra contrasta con el limpio y blanco paramento de la fachada y su presencia está más que arraigada en la estética de la ciudad en la que se encuentra.
Se realizó un concurso restringido entre cinco reconocidos arquitectos americanos, a los que se les solicita que las edificaciones (originariamente eran tres los edificios) reuniesen un estilo que ellos denominaban en aquel momento "misiones españolas". Fue elegido el proyecto presentado por el arquitecto californiano Willian Templeton Johnson, que unos años antes había construido en San Diego, el Museo de Arte de esa ciudad, inspirado en el estilo plateresco español, inspiración que repite en el edificio del que hablamos. Con claros matices coloniales y una decoración propia de las grandes mansiones californianas, se trata de un edificio de planta triangular, que incluye en su interior un patio central semejante y concéntrico con las líneas de fachada. Deberíamos añadir que, en todas las grandes exposiciones de este tipo, provocar la admiración del público es una de las pautas obligatorias y para ello se recurre a la simple y llana fantasía. El pabellón de los Estados Unidos, recurre al colonialismo hispano, a los decorados de Hollywood y a las casas de los actores famosos que entonces vivían en Berbely Hills. Aún sí este edificio presenta dos elegantes portadas donde la ornamentación de la piedra contrasta con el limpio y blanco paramento de la fachada y su presencia está más que arraigada en la estética de la ciudad en la que se encuentra.
El interior, donde durante la Exposición Iberoamericana se instaló la sede del gobierno americano y exposiciones de todo tipo de artilugios, muestra la misma estética "hispana" que el exterior. El Patio, donde hoy día se muestra la instalación de los hermanos Rosado "lloviendo a cántaros", posee una fuente central y una galería porticada que nos remite a nuestros orígenes romanos y árabes. Los artesonados de esta galería y de algunas dependencias están construidos en caoba y con una evidente inspiración mudéjar.
La Fundación Valentín de Madariaga ha conservado los muros, los suelos, los antes citados artesonados, las chimeneas y hasta las puertas y las persianas. Cuadros y esculturas de jóvenes artistas decoran las paredes de las aulas y del resto de las dependencias de la fundación, creando un ambiente moderno y acogedor, pero que emana una esencia antigua y sevillana, aún a sabiendas que nos encontramos en un capricho más del extenso y valioso legado de la Exposición Iberoamericana de 1929.
Las fotografías que ilustran este post son propiedad de andaluciainteriors.blogspot.com