II EL ESTILO ÁRABE
Todo un referente histórico para una segunda propuesta de estilo.
La Mezquita de Córdoba
Para llegar a comprender el estilo arquitectónico y artístico denominado regionalismo, ha sido necesario rastrear en los movimientos y en los lenguajes anteriores al mismo e indagar un poco en el ideario político del momento. Para entender este estilo, el árabe, al que en este trabajo se le ha denominado de una forma tan genérica para poder incluir en él toda una amalgama de sub-estilos, tendencias , orientaciones y épocas, hay que empezar obligatoriamente por mirar hacia el rico y emblemático patrimonio artístico de la época islámica en Andalucía. Patrimonio arquitectónico, que por su importancia histórica y artística, está catalogado como patrimonio de la humanidad. Por lo tanto una de las postales que la Costa del Sol, podría haber utilizado desde sus comienzos como imagen corporativa para venderse como destino turístico internacional, sería la de un paisaje con construcciones árabes de fondo. De todas formas, es necesario añadir que para la gran mayoría de historiadores, el patrimonio que se construye en Al-Andalus, se denomina en su conjunto, independientemente de los grandes estilos que alberga como el almohade o el nazarí, como hispanomusulmán. Los viajeros románticos, aquellos aventureros que se atrevieron en el siglo XIX a acercarse a Andalucía y que fueron los que potenciaron la imagen estética y social que el resto del planeta tiene de nuestra tierra, ya venían atraídos por la magnificencia de esos edificios que los árabes habían construido en el Sur de España. Fueron ellos los que describieron, tanto gráfica como literariamente, el exotismo y la recreación de paraíso que encierran esas construcciones. Esos aventureros que, como primer esqueje del turismo, divulgan esa visión exótica y atractiva de Andalucía. “Los Cuentos de la Alhambra”, de Washington Irving, se puede considerar una de las obras claves para la difusión de nuestra tierra, como lugar idóneo donde experimentar las sensaciones que provoca el ocio asumido al placer y a la aventura.
No se puede analizar un estilo árabe contemporáneo en Andalucía, que algunos historiadores denominan “neoarabe contemporáneo”1 sin pensar en la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba, la Giralda o los Reales Alcázares de Sevilla. Monumentos tan singulares y espectaculares que son capaces por si mismos de echar por tierra cualquier corriente arquitectónica que los simule. La Mezquita de Córdoba, construida en el siglo IX, de estilo califal u omeya, dependiendo de los autores, ha sido referente de multitud de edificios posteriores. La Giralda de Sevilla, del siglo XII de estilo almohade en su parte inferior (El cuerpo de campanas es renacentista), ha sido copiada en lugares tan alejados de Andalucía como Estados Unidos o Polonia. Los Reales Alcázares, también en Sevilla, son visitados a diario por multitud de turistas y la Alhambra de Granada, construida en el siglo XIV, en su mayor parte de estilo nazarí y con la escenografía que la enmarca, no necesita de más presentaciones.
Los Reales Alcázares de Sevilla
A estos edificios, maravillas del mundo, hay que sumarle y ya dirigiendo el tema hacia la estética de la Costa del Sol y Marbella, las Alcazabas de Almería y Málaga. No se puede olvidar que la Costa del Sol se cataloga en un principio como topónimo de un territorio que abarca desde Cabo de Gata hasta Tarifa. La Alcazaba de Almería, del siglo X y una de las construcciones árabes más importantes de la península ibérica, es una impresionante mole que destaca por encima del resto de la ciudad. Es posible divisarla a 55 kilómetros desde el interior del Mediterráneo. La Alcazaba de Málaga, construida como fortaleza militar en sus orígenes en el siglo XI, es un elemento identificador de esta ciudad, capital oficial de la Costa del Sol.
No anda pues, el estilo árabe carente de referentes a la hora de instalarse como imagen estética posible para un destino turístico.
La Alcazaba de Almería.
En Marbella, el conjunto arquitectónico que se conoce popularmente como “el Castillo“, fue levantado en la etapa califal, posiblemente en el siglo X y ampliado en el siglo XIV, cuando la ciudad pertenecía ya al reino nazarí de Granada 2. Es, junto a la Plaza de los Naranjos, la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Encarnación y la Villa Romana de Río Verde, nuestro patrimonio más valioso. La vista desde el mar que ofrecían las murallas del Castillo, con la magnífica torre del Cubo, aún sin restaurar, tuvo que resultar muy interesante y de haber existido una postal que identificara a la ciudad en ese momento, hubiera sido esa.
El Castillo de Marbella
A esta alcazaba con sus almenas originales, porque las actuales se añadieron en 1951, que se recortaba en el horizonte marbellero, habría que sumarle las torres almenaras que se distribuían a lo largo de la ensenada. La mayoría de ellas fueron construidas tras la reconquista y aún quedan algunas en pie. La que capitanea el escudo de la ciudad, la llamada Torre de la Mar y que se supone que estuvo situada en donde hoy se levanta el edificio Mediterráneo, no existe 3, pero de seguir erguida bien que podría haberse utilizado como inspiración para las construcciones que aparecerían siglos después en el Paseo Marítimo actual.
El siguiente referente estético que se ha incluido en este capítulo, para poder basar algunas de las conjeturas que se están tratando, sería el denominado neomudéjar. Aunque ya en el primer capítulo sobre la estética posible de la ciudad de Marbella, donde se analiza el estilo regionalista y se afirma que no es, por muchos motivos, al que se adscribe, hay que puntualizar que para la mayoría de los autores el neomudéjar, pertenece a ese movimiento. De todas formas es interesante puntualizar que en el regionalismo existe una influencia evidente del barroco y en el neomudéjar esa influencia no existe .
El neomudéjar es un estilo artístico y arquitectónico que se desarrolló en la Península Ibérica a finales del siglo XIX y principios del XX. Se enmarca dentro de las corrientes orientalistas de la arquitectura historicista imperante en Europa por aquella época 4. En España, este estilo se reivindica en su momento casi como estilo Nacional, quizá porque su estética está basada en un estilo propiamente hispano. Sin embargo es importante aclarar, que lo que la historiografía ha considerado tradicionalmente como neomudéjar, es realmente estilo árabe o hispanomusulman, puesto que los elementos que se recrean son califales, almohades y nazaríes, siendo el único aspecto mudéjar el uso del ladrillo visto 5.
En España las muestras del estilo neomudéjar son amplísimas y valgan como ejemplo las plazas de toros de Madrid y Barcelona o las estaciones de ferrocarril que proliferan por toda la península. En Andalucía, Sevilla se lleva la mejor parte y presenta edificios tan espectaculares como la estación de Plaza de Armas o el edificio “La Adriática”, hoy posiblemente tan fotografiado por los turistas como la Giralda.
Edificio "de la Adriática". Sevilla. José Espiau Muñoz.
Este estilo está muy vinculado a la arquitectura del ocio, que es sinónimo de turismo. En este orientalista y exagerado estilo se construyeron en España, aparte de las plazas de toros y muchas estaciones de ferrocarril, teatros, hoteles, balnearios y casinos.
En Andalucía, aparte de algunos edificios de la ya mencionada Exposición Iberoamericana como el denominado Pabellón Mudéjar, hoy Museo de Artes y Costumbres Populares o el Teatro Falla de Cádiz, se edificaron también villas y hoteles. El más espectacular ejemplo nos lo ofrece el Hotel Alhambra Palace de Granada, inaugurado también por Alfonso XIII en 1910. Los planos y la estructura en hierro fueron diseñados por el arquitecto inglés Lowet, pero el edificio lo realizó el arquitecto vasco Modesto Cendoya. Este arquitecto, que no tenía ni idea de arte islámico, fue además también restaurador de la Alhambra, pero esa es otra historia. Este establecimiento hotelero que cambió la imagen de Granada, al estar situado en un lugar tan emblemático, está compuesto por varias estructuras arquitectónicas acopladas, entre las que destaca la del ala oeste que nos recuerda sin reservas a la Torre del Oro de Sevilla.
Hotel Alhambra Palace de Granada. Modesto Cendoya.
El hotel, que en su inauguración se presentó como de gran lujo, decoró sus interiores con elementos arquitectónicos propios de la estética hispanomusulmana, abusando de yeserías y azulejos, pero sin embargo parte del mobiliario estuvo compuesto por piezas de diferentes estilos y épocas. El rococó, el gran estilo decorativo del siglo XVIII , el Luis XIV y el XV se aposentaron y hasta la actualidad, como la representación del lujo y la opulencia. De hecho, en los palacios marbellíes que se construyen a partir de los años ochenta, el gusto por estos estilos es el que impera, por supuesto ya mezclados y desvirtuados, pasando a formar parte de lo que vulgarmente se denomina hortera. El Alhambra Palace utilizó muebles de estos estilos dieciochescos, fusionándolos con mobiliario castellano y algunos objetos de impronta árabe.
Interiores del Hotel Alhambra Palace en el momento de su inauguración.
En Málaga, el neomudéjar también deja una huella importante. La plaza de toros de la Malagueta es una de ellas, pero posiblemente la obra que mejor define esta corriente idealizada de la ensoñación exótica de nuestro pasado, es el Mercado de Salamanca, en el barrio del Molinillo. Este edificio es obra del arquitecto malagueño Daniel Rubio, al que también se le encargó el Plan de Ensanche de la capital costasoleña.
Mercado del Molinillo. Malaga. Daniel Rubio.
Mientras, el industrial malagueño Enrique Navajas Ruiz, encarga el diseño de su villa en Torremolinos. En el caso de esta vivienda burguesa, su aspecto de capricho arquitectónico se sirvió de nuestro pasado musulmán, para crear toda una escenografía exgerada. Un lugar que provocaba fantasías y alardes de riqueza 6. Hoy este edificio está declarado Bien Histórico por la Junta de Andalucía, es propiedad del ayuntamiento de Torremolinos y tras una larga restauración es la sede de un centro cultural.
Villa Navajas. Torremolinos.
En Benalmádena junto al mar, se construye en 1927 y con diseño del arquitecto Enrique Atienza, el conocido Castillo de Bil-Bil. Conocido porque se encuentra en la N-340 y su imagen que evoca a los palacios de Marrakech, sobre todo por el color almagra en el que está pintado, contrasta enormemente con ese entorno repleto de moles de apartamentos. El matrimonio formado por León y Fernanda Hermann, primeros propietarios de Bil-Bil, también basaron su “casa” vacacional en la estética del glorioso Al-Andalus.
Castillo de Bil-Bil. Benalmádena-costa. Enrique Atienza.
En Marbella, al igual que ocurre con el regionalismo, este estilo tampoco puede presentar ninguna obra, al menos en la etapa en la que es la tendencia imperante, porque como ya se ha escrito, la ciudad no empieza turisticamente hablando hasta unas décadas después. Aún así, en este apartado que se le ha denominado Árabe, se construyen sobre todo en los años ochenta al calor de los jeques del petróleo, etapa que se escapa a este trabajo, muchos caprichos que se recrean en la ensoñación del neomudéjar.
El primer aterrizaje de un avión comercial en Málaga, tuvo lugar en marzo de 1919. Por entonces no solo no existían pistas sino que además el piloto por cuestiones de seguridad tuvo que aterrizar en otro lugar cercano al que estaba previsto. Una compañía francesa, la Lignes Aériennes Latécoère, organizaba ese primer vuelo entre Europa y África, porque ese primer avión que pisa la Costa del Sol, solo lo hace como escala, su destino eran las ciudades del Protectorado Francés. A partir de ese momento, las autoridades y la burguesía malagueña, vieron en la aviación una nueva posibilidad de comercio e interrelación, ya que la ciudad estaba sumida en un declive motivado por la filoxera y la declinación de la industria local hacia zonas como Cataluña o el País Vasco. Aquella pista improvisada, que se le llamó El Rompedizo, fue primero dotada de un hangar para los aviones y después el Ejército del Aire situó en 1937 la Base Aérea de Málaga. A esta infraestructura se le añadió un pequeño edificio con torre de vigilancia que se le encargó a Luis Gutiérrez Soto, se recuerda que es el mismo arquitecto que después, en 1947 proyectó la terminal en estilo regionalista. Esta torre, algo sobria, poseyó unas reminiscencias norteafricanas y coloniales evidentes, que acercaban a aquellos primeros turistas que iban camino de África a un mundo exótico, donde el estilo arquitectónico que iban a encontrarse era obviamente el árabe.
Torre de control del aeropuerto malagueño del Rompedizo. Luis Gutiérrez Soto.
Ese lugar exótico estaba a la vuelta de la esquina, en la escala siguiente de esos primeros vuelos entre Europa y África. Francia y España, que se habían repartido de desigual manera, el territorio que hoy compone el Marruecos actual, construyeron muchos edificios que coinciden en el tiempo con el esplendor de este estilo que se analiza en este capítulo. Las ciudades como Tánger o Tetuán, capital esta última del protectorado español, se vieron inmersas en un crecimiento apresurado y hubo que proyectar todo un entramado urbanístico que no existía. Todos los estilos arquitectónicos del momento tuvieron vía libre para apuntarse a esa infraestructura que se estaba creando, pero el estilo colonial con reminiscencias árabes es el más utilizado. Cuando Marruecos se independiza en el año 1956, una ingente cantidad de “descolonizados” empieza a desembarcar en la península. La mayoría de ellos se asienta a lo largo de la década de los 60 en el litoral Mediterráneo y más concretamente en la Costa del Sol. Traen consigo una actitud mucho más cosmopolita que la que tiene la sociedad española del momento y la imagen estética de un paraíso perdido. Una estética arquitectónica que ya se ha descrito y que posee mucha fuerza para ser la que se utilice en la emergente Costa del Sol. Es cierto, que la mayoría de compatriotas que regresan del Marruecos español, no tiene la capacidad económica y la influencia social suficiente para colaborar en la nueva infraestructura que se está construyendo en la Costa, pero sí aportan su grano de arena. Sus nuevas casas están impregnadas de elementos decorativos de ese Marruecos nostálgico y en la Costa del Sol, las alfombras bereberes tejidas a mano, los cojines de tintes étnicos y algunos enseres domésticos, están presentes en muchos espacios, mientras que en el resto del país, la austeridad que en todos los sentidos provoca y exige una dictadura, es la pauta. El decorador Jaime Parladé, criado en Tánger y del que se hablará posteriormente, basó gran parte de su proyecto estético en estos elementos provenientes del Magreb.
El estilo árabe sigue sin perder puntuaciones en esta apuesta por la búsqueda de un estilo para la ciudad de Marbella. Casi todo lo que engloba la cultura islámica, está íntimamente unida a la idea de paraíso y el discurso del Corán se dirige siempre en esa dirección. El jardín y el patio son las expresiones constructivas de ese concepto. La Alhambra es piedra y es agua y es vegetación. Todos los movimientos estilísticos que se desarrollan dentro del gran prisma que abarca el estilo árabe, cuentan obligatoriamente con un exterior íntimamente ligado al interior. Galerías porticadas con arcos (en España, almohades, califales, nazaríes…), por patios que se internan en los espacios donde sus habitantes comen o duermen y que en la Marbella que se presenta, en gran parte motivados por el clima, adquieren una importancia arquitectónica relevante.
A principios de los años 70 se construyeron, con diseño del arquitecto Carlos de Ochoa, las urbanizaciones del Ancón y al lado, la del Oasis. Aunque ya se habían realizado otras construcciones en este lenguaje islamizado en la Costa, como la del arquitecto Manuel Camisuli en Estepona, donde se destacan claramente los volúmenes de la cúpula localizada en el centro y de la torre alminar que mira hacia La Meca, estas urbanizaciones poseen una presencia mucho más significativa que una sola casa unifamiliar. El Oasis presenta una fachada hacia el mar, con un jardín delantero al que se asoman las terrazas, en ese diálogo entre el interior y el exterior tan propio de la cultura de la que nace este estilo.
Urbanización El Oasis. Marbella. Carlos de Ochoa.
En el centro de este complejo turístico, también frente al mar, se situó en un principio el club social, que se alejó decorativamente hablando del estilo árabe contemporáneo del resto del conjunto y se acercó a la ya analizada corriente neomudéjar. Años después, en este lugar se instaló el restaurante Toni Dalli´s, que terminó por confundir del todo al edificio y lo colocó en el “kitsch” más absoluto. Es importante señalar que aunque en décadas posteriores se recrean en la Costa del Sol y sobre todo en Marbella, muchos edificios al amparo de los múltiples estilos árabes, desde el arábigo hasta el turco, los pioneros se centran en el ámbito Mediterráneo. Estas construcciones tienen a su vez mucho en común con las vernáculas de Grecia o de Ibiza, entre otras cosas porque comparten materiales como el enlucido de cal, la teja e incluso la cúpula de media naranja.
Muy cerca de estas dos urbanizaciones que se han comentado, se levanta en el año 1973 y de la mano de los arquitectos José Posadillo Sánchez de P. y Juan Mora Urbano, el edificio Port-Oasis, una construcción en forma de zigurat, que aunque teóricamente pertenece al estilo organicista (dentro del siguiente capitulo: Estilo Internacional), se ha incluido en este porque su imagen transporta al espectador-turista-visitante, de nuevo a ese mundo exótico de pirámides y jardines con palmeras. En este edificio, se pone además de manifiesto el valor de la terraza y su utilidad en este rincón de la península, de hecho la misma fachada pierde su función diferenciadora entre espacios internos y externos 7.
Edificio Port-Oasis. Marbella. José Posadillo y Juan Mora.
Estos espacios internos, por supuesto no están sujetos a la tradición de hábitat propiamente islámica, primero porque se construyen siglos después del esplendor del estilo hispanomusulmán en Andalucía y la tecnología y la vida domestica es otra completamente y segundo porque los usos de estas viviendas están orientadas para un visitante exclusivamente estival.
Destacar en este estilo, una obra aislada: La torre de clara influencia árabe del Hotel Puente Romano. Este hotel que será analizado en el último capitulo de este trabajo, el neopopular o andaluz, es una obra emblemática del arquitecto y teórico de origen boliviano, Melvin Villarroel. En medio del conjunto arquitectónico, evidentemente andaluz, donde se incluye un puente supuestamente romano, se presenta este alminar. De hecho es la torre la que se utiliza como logotipo del hotel y se acepta, al menos el turista, como parte de la estética general del resto de la construcción y en ese idilio que mantienen estos dos estilos de vez en cuando.
Los interiores de los edificios que se han tomado como ejemplo, tampoco se decoran exclusivamente con elementos arabizantes. En los años en los que se construyeron, las tendencias en decoración estaban muy influidas por los estilos sujetos al Movimiento Moderno o Estilo Internacional, como el pop o el psicodélico. Un mobiliario funcional u organicista, construido en muchos casos con materiales sintéticos, donde predomina la curva, se excluyen los localismos y al que solo se le permiten algunos matices, como el siempre presente farol que tantas denominaciones posee, pero que la mayoría conoce como “granadino”. Estos faroles que con diversas formas y cromatismos en sus cristales, también fueron utilizados en el regionalismo, en el neomudéjar y en la actualidad se venden en infinidad de establecimientos, aunque en Andalucía queden cada vez menos fabricantes.
La casa que la duquesa de Alba se construye en la urbanización Casablanca, en 1963, se presenta al gran público en la revista Hola, con ese personaje ataviado de gorro y bañador propios de la época. Inicialmente esta casa, solo consta de una planta y está estructurada dentro de los parámetros de la corriente arquitectónica imperante en el resto del mundo, el Estilo Internacional. Posteriormente se va mutando en una casa al más puro estilo árabe y de hecho hoy día podría decirse que es una construcción que se ha trasladado a Marbella, directamente desde la medina de Asilah, en Marruecos.
Exteriores de la casa de la Duquesa de Alba. Marbella.
La fotografía que se conserva de los años 70 de Cayetana de Alba en su casa marbellí 8, de todas formas, confirma que la decoración del momento no incluye todos los componentes árabes que se vislumbran en el exterior.
Interior de la casa de la Duquesa de Alba.
Otro edificio que se transforma con los años y también acaba ofreciendo una imagen de evidentes connotaciones árabes, es el Club Náutico. El Club Marítimo de Marbella se fundó en 1956 y el edificio original se construye con una fuerte vocación marítima, de formas simples, grandes ventanales y rodeado de terrazas. En el año 1980 se reforma totalmente el Puerto Deportivo, al que se dota de nuevos embarcaderos y de un conjunto arquitectónico a ras del paseo marítimo, con locales comerciales y aparcamientos. El arquitecto Alberto Díaz Fraga es el responsable del diseño del mismo y también del nuevo aspecto, influido por la tendencia ochentera marbellí, del edificio del Club Náutico. El interior de este edificio, sigue conservando de todas formas, su vinculación marinera y los adornos relacionados con la náutica, como lo nudos marineros o las anclas, decoran sus espacios.
Edificio del Club Nautico de Marbella. Alberto Díaz Fraga.
En los años ochenta del pasado siglo, como ya se ha comentado, en Marbella se construyen palacios, mezquitas y urbanizaciones al más puro estilo árabe. Algunas de esas construcciones, como el conjunto Las Lomas del Marbella Club, del arquitecto australiano Donald Wallace Graytonkin, consiguen una armonía y belleza extraordinarias, pero la mayor parte de lo se crea se encamina en otra dirección. Edificios muy aparentes, que decoran sus espacios interiores con todos los componentes que engloban el lujo faraónico y el derroche. Los dorados del falso rococó y el brillo de las lámparas de araña, se mezclan con los arcos de herradura y los adamascados. Entre el mal gusto y la opulencia existe una línea muy fina y Marbella, por razones obvias, siempre estará al borde de traspasarla, pero esa etapa de la historia estética de la ciudad, no alcanza a este trabajo. Edificios como los palacios de la familia real saudí, el Aresbank o complejos como La Alcazaba o Alhambra del Mar, son analizados magistralmente por Francisco Javier Moreno en su Memoria de Licenciatura “Arquitectura neoárabe contemporánea en la Costa del Sol Occidental” 9.
Todo un referente histórico para una segunda propuesta de estilo.
La Mezquita de Córdoba
Para llegar a comprender el estilo arquitectónico y artístico denominado regionalismo, ha sido necesario rastrear en los movimientos y en los lenguajes anteriores al mismo e indagar un poco en el ideario político del momento. Para entender este estilo, el árabe, al que en este trabajo se le ha denominado de una forma tan genérica para poder incluir en él toda una amalgama de sub-estilos, tendencias , orientaciones y épocas, hay que empezar obligatoriamente por mirar hacia el rico y emblemático patrimonio artístico de la época islámica en Andalucía. Patrimonio arquitectónico, que por su importancia histórica y artística, está catalogado como patrimonio de la humanidad. Por lo tanto una de las postales que la Costa del Sol, podría haber utilizado desde sus comienzos como imagen corporativa para venderse como destino turístico internacional, sería la de un paisaje con construcciones árabes de fondo. De todas formas, es necesario añadir que para la gran mayoría de historiadores, el patrimonio que se construye en Al-Andalus, se denomina en su conjunto, independientemente de los grandes estilos que alberga como el almohade o el nazarí, como hispanomusulmán. Los viajeros románticos, aquellos aventureros que se atrevieron en el siglo XIX a acercarse a Andalucía y que fueron los que potenciaron la imagen estética y social que el resto del planeta tiene de nuestra tierra, ya venían atraídos por la magnificencia de esos edificios que los árabes habían construido en el Sur de España. Fueron ellos los que describieron, tanto gráfica como literariamente, el exotismo y la recreación de paraíso que encierran esas construcciones. Esos aventureros que, como primer esqueje del turismo, divulgan esa visión exótica y atractiva de Andalucía. “Los Cuentos de la Alhambra”, de Washington Irving, se puede considerar una de las obras claves para la difusión de nuestra tierra, como lugar idóneo donde experimentar las sensaciones que provoca el ocio asumido al placer y a la aventura.
No se puede analizar un estilo árabe contemporáneo en Andalucía, que algunos historiadores denominan “neoarabe contemporáneo”1 sin pensar en la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba, la Giralda o los Reales Alcázares de Sevilla. Monumentos tan singulares y espectaculares que son capaces por si mismos de echar por tierra cualquier corriente arquitectónica que los simule. La Mezquita de Córdoba, construida en el siglo IX, de estilo califal u omeya, dependiendo de los autores, ha sido referente de multitud de edificios posteriores. La Giralda de Sevilla, del siglo XII de estilo almohade en su parte inferior (El cuerpo de campanas es renacentista), ha sido copiada en lugares tan alejados de Andalucía como Estados Unidos o Polonia. Los Reales Alcázares, también en Sevilla, son visitados a diario por multitud de turistas y la Alhambra de Granada, construida en el siglo XIV, en su mayor parte de estilo nazarí y con la escenografía que la enmarca, no necesita de más presentaciones.
A estos edificios, maravillas del mundo, hay que sumarle y ya dirigiendo el tema hacia la estética de la Costa del Sol y Marbella, las Alcazabas de Almería y Málaga. No se puede olvidar que la Costa del Sol se cataloga en un principio como topónimo de un territorio que abarca desde Cabo de Gata hasta Tarifa. La Alcazaba de Almería, del siglo X y una de las construcciones árabes más importantes de la península ibérica, es una impresionante mole que destaca por encima del resto de la ciudad. Es posible divisarla a 55 kilómetros desde el interior del Mediterráneo. La Alcazaba de Málaga, construida como fortaleza militar en sus orígenes en el siglo XI, es un elemento identificador de esta ciudad, capital oficial de la Costa del Sol.
No anda pues, el estilo árabe carente de referentes a la hora de instalarse como imagen estética posible para un destino turístico.
La Alcazaba de Almería.
En Marbella, el conjunto arquitectónico que se conoce popularmente como “el Castillo“, fue levantado en la etapa califal, posiblemente en el siglo X y ampliado en el siglo XIV, cuando la ciudad pertenecía ya al reino nazarí de Granada 2. Es, junto a la Plaza de los Naranjos, la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Encarnación y la Villa Romana de Río Verde, nuestro patrimonio más valioso. La vista desde el mar que ofrecían las murallas del Castillo, con la magnífica torre del Cubo, aún sin restaurar, tuvo que resultar muy interesante y de haber existido una postal que identificara a la ciudad en ese momento, hubiera sido esa.
A esta alcazaba con sus almenas originales, porque las actuales se añadieron en 1951, que se recortaba en el horizonte marbellero, habría que sumarle las torres almenaras que se distribuían a lo largo de la ensenada. La mayoría de ellas fueron construidas tras la reconquista y aún quedan algunas en pie. La que capitanea el escudo de la ciudad, la llamada Torre de la Mar y que se supone que estuvo situada en donde hoy se levanta el edificio Mediterráneo, no existe 3, pero de seguir erguida bien que podría haberse utilizado como inspiración para las construcciones que aparecerían siglos después en el Paseo Marítimo actual.
El siguiente referente estético que se ha incluido en este capítulo, para poder basar algunas de las conjeturas que se están tratando, sería el denominado neomudéjar. Aunque ya en el primer capítulo sobre la estética posible de la ciudad de Marbella, donde se analiza el estilo regionalista y se afirma que no es, por muchos motivos, al que se adscribe, hay que puntualizar que para la mayoría de los autores el neomudéjar, pertenece a ese movimiento. De todas formas es interesante puntualizar que en el regionalismo existe una influencia evidente del barroco y en el neomudéjar esa influencia no existe .
El neomudéjar es un estilo artístico y arquitectónico que se desarrolló en la Península Ibérica a finales del siglo XIX y principios del XX. Se enmarca dentro de las corrientes orientalistas de la arquitectura historicista imperante en Europa por aquella época 4. En España, este estilo se reivindica en su momento casi como estilo Nacional, quizá porque su estética está basada en un estilo propiamente hispano. Sin embargo es importante aclarar, que lo que la historiografía ha considerado tradicionalmente como neomudéjar, es realmente estilo árabe o hispanomusulman, puesto que los elementos que se recrean son califales, almohades y nazaríes, siendo el único aspecto mudéjar el uso del ladrillo visto 5.
En España las muestras del estilo neomudéjar son amplísimas y valgan como ejemplo las plazas de toros de Madrid y Barcelona o las estaciones de ferrocarril que proliferan por toda la península. En Andalucía, Sevilla se lleva la mejor parte y presenta edificios tan espectaculares como la estación de Plaza de Armas o el edificio “La Adriática”, hoy posiblemente tan fotografiado por los turistas como la Giralda.
Edificio "de la Adriática". Sevilla. José Espiau Muñoz.
Este estilo está muy vinculado a la arquitectura del ocio, que es sinónimo de turismo. En este orientalista y exagerado estilo se construyeron en España, aparte de las plazas de toros y muchas estaciones de ferrocarril, teatros, hoteles, balnearios y casinos.
En Andalucía, aparte de algunos edificios de la ya mencionada Exposición Iberoamericana como el denominado Pabellón Mudéjar, hoy Museo de Artes y Costumbres Populares o el Teatro Falla de Cádiz, se edificaron también villas y hoteles. El más espectacular ejemplo nos lo ofrece el Hotel Alhambra Palace de Granada, inaugurado también por Alfonso XIII en 1910. Los planos y la estructura en hierro fueron diseñados por el arquitecto inglés Lowet, pero el edificio lo realizó el arquitecto vasco Modesto Cendoya. Este arquitecto, que no tenía ni idea de arte islámico, fue además también restaurador de la Alhambra, pero esa es otra historia. Este establecimiento hotelero que cambió la imagen de Granada, al estar situado en un lugar tan emblemático, está compuesto por varias estructuras arquitectónicas acopladas, entre las que destaca la del ala oeste que nos recuerda sin reservas a la Torre del Oro de Sevilla.
Hotel Alhambra Palace de Granada. Modesto Cendoya.
El hotel, que en su inauguración se presentó como de gran lujo, decoró sus interiores con elementos arquitectónicos propios de la estética hispanomusulmana, abusando de yeserías y azulejos, pero sin embargo parte del mobiliario estuvo compuesto por piezas de diferentes estilos y épocas. El rococó, el gran estilo decorativo del siglo XVIII , el Luis XIV y el XV se aposentaron y hasta la actualidad, como la representación del lujo y la opulencia. De hecho, en los palacios marbellíes que se construyen a partir de los años ochenta, el gusto por estos estilos es el que impera, por supuesto ya mezclados y desvirtuados, pasando a formar parte de lo que vulgarmente se denomina hortera. El Alhambra Palace utilizó muebles de estos estilos dieciochescos, fusionándolos con mobiliario castellano y algunos objetos de impronta árabe.
Interiores del Hotel Alhambra Palace en el momento de su inauguración.
En Málaga, el neomudéjar también deja una huella importante. La plaza de toros de la Malagueta es una de ellas, pero posiblemente la obra que mejor define esta corriente idealizada de la ensoñación exótica de nuestro pasado, es el Mercado de Salamanca, en el barrio del Molinillo. Este edificio es obra del arquitecto malagueño Daniel Rubio, al que también se le encargó el Plan de Ensanche de la capital costasoleña.
Mercado del Molinillo. Malaga. Daniel Rubio.
Mientras, el industrial malagueño Enrique Navajas Ruiz, encarga el diseño de su villa en Torremolinos. En el caso de esta vivienda burguesa, su aspecto de capricho arquitectónico se sirvió de nuestro pasado musulmán, para crear toda una escenografía exgerada. Un lugar que provocaba fantasías y alardes de riqueza 6. Hoy este edificio está declarado Bien Histórico por la Junta de Andalucía, es propiedad del ayuntamiento de Torremolinos y tras una larga restauración es la sede de un centro cultural.
Villa Navajas. Torremolinos.
En Benalmádena junto al mar, se construye en 1927 y con diseño del arquitecto Enrique Atienza, el conocido Castillo de Bil-Bil. Conocido porque se encuentra en la N-340 y su imagen que evoca a los palacios de Marrakech, sobre todo por el color almagra en el que está pintado, contrasta enormemente con ese entorno repleto de moles de apartamentos. El matrimonio formado por León y Fernanda Hermann, primeros propietarios de Bil-Bil, también basaron su “casa” vacacional en la estética del glorioso Al-Andalus.
Castillo de Bil-Bil. Benalmádena-costa. Enrique Atienza.
En Marbella, al igual que ocurre con el regionalismo, este estilo tampoco puede presentar ninguna obra, al menos en la etapa en la que es la tendencia imperante, porque como ya se ha escrito, la ciudad no empieza turisticamente hablando hasta unas décadas después. Aún así, en este apartado que se le ha denominado Árabe, se construyen sobre todo en los años ochenta al calor de los jeques del petróleo, etapa que se escapa a este trabajo, muchos caprichos que se recrean en la ensoñación del neomudéjar.
El primer aterrizaje de un avión comercial en Málaga, tuvo lugar en marzo de 1919. Por entonces no solo no existían pistas sino que además el piloto por cuestiones de seguridad tuvo que aterrizar en otro lugar cercano al que estaba previsto. Una compañía francesa, la Lignes Aériennes Latécoère, organizaba ese primer vuelo entre Europa y África, porque ese primer avión que pisa la Costa del Sol, solo lo hace como escala, su destino eran las ciudades del Protectorado Francés. A partir de ese momento, las autoridades y la burguesía malagueña, vieron en la aviación una nueva posibilidad de comercio e interrelación, ya que la ciudad estaba sumida en un declive motivado por la filoxera y la declinación de la industria local hacia zonas como Cataluña o el País Vasco. Aquella pista improvisada, que se le llamó El Rompedizo, fue primero dotada de un hangar para los aviones y después el Ejército del Aire situó en 1937 la Base Aérea de Málaga. A esta infraestructura se le añadió un pequeño edificio con torre de vigilancia que se le encargó a Luis Gutiérrez Soto, se recuerda que es el mismo arquitecto que después, en 1947 proyectó la terminal en estilo regionalista. Esta torre, algo sobria, poseyó unas reminiscencias norteafricanas y coloniales evidentes, que acercaban a aquellos primeros turistas que iban camino de África a un mundo exótico, donde el estilo arquitectónico que iban a encontrarse era obviamente el árabe.
Torre de control del aeropuerto malagueño del Rompedizo. Luis Gutiérrez Soto.
Ese lugar exótico estaba a la vuelta de la esquina, en la escala siguiente de esos primeros vuelos entre Europa y África. Francia y España, que se habían repartido de desigual manera, el territorio que hoy compone el Marruecos actual, construyeron muchos edificios que coinciden en el tiempo con el esplendor de este estilo que se analiza en este capítulo. Las ciudades como Tánger o Tetuán, capital esta última del protectorado español, se vieron inmersas en un crecimiento apresurado y hubo que proyectar todo un entramado urbanístico que no existía. Todos los estilos arquitectónicos del momento tuvieron vía libre para apuntarse a esa infraestructura que se estaba creando, pero el estilo colonial con reminiscencias árabes es el más utilizado. Cuando Marruecos se independiza en el año 1956, una ingente cantidad de “descolonizados” empieza a desembarcar en la península. La mayoría de ellos se asienta a lo largo de la década de los 60 en el litoral Mediterráneo y más concretamente en la Costa del Sol. Traen consigo una actitud mucho más cosmopolita que la que tiene la sociedad española del momento y la imagen estética de un paraíso perdido. Una estética arquitectónica que ya se ha descrito y que posee mucha fuerza para ser la que se utilice en la emergente Costa del Sol. Es cierto, que la mayoría de compatriotas que regresan del Marruecos español, no tiene la capacidad económica y la influencia social suficiente para colaborar en la nueva infraestructura que se está construyendo en la Costa, pero sí aportan su grano de arena. Sus nuevas casas están impregnadas de elementos decorativos de ese Marruecos nostálgico y en la Costa del Sol, las alfombras bereberes tejidas a mano, los cojines de tintes étnicos y algunos enseres domésticos, están presentes en muchos espacios, mientras que en el resto del país, la austeridad que en todos los sentidos provoca y exige una dictadura, es la pauta. El decorador Jaime Parladé, criado en Tánger y del que se hablará posteriormente, basó gran parte de su proyecto estético en estos elementos provenientes del Magreb.
El estilo árabe sigue sin perder puntuaciones en esta apuesta por la búsqueda de un estilo para la ciudad de Marbella. Casi todo lo que engloba la cultura islámica, está íntimamente unida a la idea de paraíso y el discurso del Corán se dirige siempre en esa dirección. El jardín y el patio son las expresiones constructivas de ese concepto. La Alhambra es piedra y es agua y es vegetación. Todos los movimientos estilísticos que se desarrollan dentro del gran prisma que abarca el estilo árabe, cuentan obligatoriamente con un exterior íntimamente ligado al interior. Galerías porticadas con arcos (en España, almohades, califales, nazaríes…), por patios que se internan en los espacios donde sus habitantes comen o duermen y que en la Marbella que se presenta, en gran parte motivados por el clima, adquieren una importancia arquitectónica relevante.
A principios de los años 70 se construyeron, con diseño del arquitecto Carlos de Ochoa, las urbanizaciones del Ancón y al lado, la del Oasis. Aunque ya se habían realizado otras construcciones en este lenguaje islamizado en la Costa, como la del arquitecto Manuel Camisuli en Estepona, donde se destacan claramente los volúmenes de la cúpula localizada en el centro y de la torre alminar que mira hacia La Meca, estas urbanizaciones poseen una presencia mucho más significativa que una sola casa unifamiliar. El Oasis presenta una fachada hacia el mar, con un jardín delantero al que se asoman las terrazas, en ese diálogo entre el interior y el exterior tan propio de la cultura de la que nace este estilo.
Urbanización El Oasis. Marbella. Carlos de Ochoa.
En el centro de este complejo turístico, también frente al mar, se situó en un principio el club social, que se alejó decorativamente hablando del estilo árabe contemporáneo del resto del conjunto y se acercó a la ya analizada corriente neomudéjar. Años después, en este lugar se instaló el restaurante Toni Dalli´s, que terminó por confundir del todo al edificio y lo colocó en el “kitsch” más absoluto. Es importante señalar que aunque en décadas posteriores se recrean en la Costa del Sol y sobre todo en Marbella, muchos edificios al amparo de los múltiples estilos árabes, desde el arábigo hasta el turco, los pioneros se centran en el ámbito Mediterráneo. Estas construcciones tienen a su vez mucho en común con las vernáculas de Grecia o de Ibiza, entre otras cosas porque comparten materiales como el enlucido de cal, la teja e incluso la cúpula de media naranja.
Muy cerca de estas dos urbanizaciones que se han comentado, se levanta en el año 1973 y de la mano de los arquitectos José Posadillo Sánchez de P. y Juan Mora Urbano, el edificio Port-Oasis, una construcción en forma de zigurat, que aunque teóricamente pertenece al estilo organicista (dentro del siguiente capitulo: Estilo Internacional), se ha incluido en este porque su imagen transporta al espectador-turista-visitante, de nuevo a ese mundo exótico de pirámides y jardines con palmeras. En este edificio, se pone además de manifiesto el valor de la terraza y su utilidad en este rincón de la península, de hecho la misma fachada pierde su función diferenciadora entre espacios internos y externos 7.
Edificio Port-Oasis. Marbella. José Posadillo y Juan Mora.
Estos espacios internos, por supuesto no están sujetos a la tradición de hábitat propiamente islámica, primero porque se construyen siglos después del esplendor del estilo hispanomusulmán en Andalucía y la tecnología y la vida domestica es otra completamente y segundo porque los usos de estas viviendas están orientadas para un visitante exclusivamente estival.
Destacar en este estilo, una obra aislada: La torre de clara influencia árabe del Hotel Puente Romano. Este hotel que será analizado en el último capitulo de este trabajo, el neopopular o andaluz, es una obra emblemática del arquitecto y teórico de origen boliviano, Melvin Villarroel. En medio del conjunto arquitectónico, evidentemente andaluz, donde se incluye un puente supuestamente romano, se presenta este alminar. De hecho es la torre la que se utiliza como logotipo del hotel y se acepta, al menos el turista, como parte de la estética general del resto de la construcción y en ese idilio que mantienen estos dos estilos de vez en cuando.
Los interiores de los edificios que se han tomado como ejemplo, tampoco se decoran exclusivamente con elementos arabizantes. En los años en los que se construyeron, las tendencias en decoración estaban muy influidas por los estilos sujetos al Movimiento Moderno o Estilo Internacional, como el pop o el psicodélico. Un mobiliario funcional u organicista, construido en muchos casos con materiales sintéticos, donde predomina la curva, se excluyen los localismos y al que solo se le permiten algunos matices, como el siempre presente farol que tantas denominaciones posee, pero que la mayoría conoce como “granadino”. Estos faroles que con diversas formas y cromatismos en sus cristales, también fueron utilizados en el regionalismo, en el neomudéjar y en la actualidad se venden en infinidad de establecimientos, aunque en Andalucía queden cada vez menos fabricantes.
La casa que la duquesa de Alba se construye en la urbanización Casablanca, en 1963, se presenta al gran público en la revista Hola, con ese personaje ataviado de gorro y bañador propios de la época. Inicialmente esta casa, solo consta de una planta y está estructurada dentro de los parámetros de la corriente arquitectónica imperante en el resto del mundo, el Estilo Internacional. Posteriormente se va mutando en una casa al más puro estilo árabe y de hecho hoy día podría decirse que es una construcción que se ha trasladado a Marbella, directamente desde la medina de Asilah, en Marruecos.
Exteriores de la casa de la Duquesa de Alba. Marbella.
La fotografía que se conserva de los años 70 de Cayetana de Alba en su casa marbellí 8, de todas formas, confirma que la decoración del momento no incluye todos los componentes árabes que se vislumbran en el exterior.
Interior de la casa de la Duquesa de Alba.
Otro edificio que se transforma con los años y también acaba ofreciendo una imagen de evidentes connotaciones árabes, es el Club Náutico. El Club Marítimo de Marbella se fundó en 1956 y el edificio original se construye con una fuerte vocación marítima, de formas simples, grandes ventanales y rodeado de terrazas. En el año 1980 se reforma totalmente el Puerto Deportivo, al que se dota de nuevos embarcaderos y de un conjunto arquitectónico a ras del paseo marítimo, con locales comerciales y aparcamientos. El arquitecto Alberto Díaz Fraga es el responsable del diseño del mismo y también del nuevo aspecto, influido por la tendencia ochentera marbellí, del edificio del Club Náutico. El interior de este edificio, sigue conservando de todas formas, su vinculación marinera y los adornos relacionados con la náutica, como lo nudos marineros o las anclas, decoran sus espacios.
Edificio del Club Nautico de Marbella. Alberto Díaz Fraga.
En los años ochenta del pasado siglo, como ya se ha comentado, en Marbella se construyen palacios, mezquitas y urbanizaciones al más puro estilo árabe. Algunas de esas construcciones, como el conjunto Las Lomas del Marbella Club, del arquitecto australiano Donald Wallace Graytonkin, consiguen una armonía y belleza extraordinarias, pero la mayor parte de lo se crea se encamina en otra dirección. Edificios muy aparentes, que decoran sus espacios interiores con todos los componentes que engloban el lujo faraónico y el derroche. Los dorados del falso rococó y el brillo de las lámparas de araña, se mezclan con los arcos de herradura y los adamascados. Entre el mal gusto y la opulencia existe una línea muy fina y Marbella, por razones obvias, siempre estará al borde de traspasarla, pero esa etapa de la historia estética de la ciudad, no alcanza a este trabajo. Edificios como los palacios de la familia real saudí, el Aresbank o complejos como La Alcazaba o Alhambra del Mar, son analizados magistralmente por Francisco Javier Moreno en su Memoria de Licenciatura “Arquitectura neoárabe contemporánea en la Costa del Sol Occidental” 9.
NOTAS
1- Francisco Javier Moreno Fernández. "Mezquitas Contemporáneas en la Costa del Sol: reflejos estilísticos de una década de presencia musulmana". Cilniana. nº 14. pg. 26-38. 2001.
2- Fernando Alcalá Marín. La Marbella Musulmana. Ayuntamiento de Marbella. 1983.
3- Fernando Alcalá Marín. La Marbella Musulmana. Ayuntamiento de Marbella. 1983.
4- Martín M. Checa Artasu."Refuncionalizaciones polémicas, plazas de toros y arquitectura neomudéjar: algunos ejemplos en España". Revista Bibliógrafica de Geografía y Ciencias Sociales. Vol. XIV. Nº 389. Universidad de Barcelona. 2009.
5- José Manuel Rodríguez Domingo."Neomudéjar versus neomusulmán: definición y concepción del medievalismo en España". Espacio Tiempo y Forma. Serie VII, Hª del Arte. Pags. 265-285. 1999.
6- Juan Gavilanes Vélaz de Medrano. "El viaje a la Costa del Sol (1959-1969)". Tesis doctoral. 2012
7- José Manuel Morales Folguera. La Arquitectura del Ocio en la Costa del Sol. Universidad de Málaga. 1979.
8- Juan Bonilla. La Costa del Sol en la era pop. Fundaciónr José Manuel Lara. 2007.
9- Francisco Javier Moreno Fernández. "Arquitectura neoárabe contemporánea en la Costa del Sol Occidental". Memoria de Licenciatura. 1995. Universidad de Málaga.