lunes, 21 de marzo de 2016

EL PALACIO DE LAS DUEÑAS




La última vez que Borges visitó Sevilla, invitado por la Universidad Menéndez Pelayo, uno de los organizadores de ese acontecimiento, Jacobo Martínez de Irujo, Conde de Siruela e hijo de la entonces propietaria de este magnífico edificio, el Palacio de las Dueñas,  lo invitó a cenar allí. El célebre escritor argentino, en la conferencia que dio aquella tarde y ante la pregunta de un oyente sobre algo relacionado con Antonio Machado, se permitió una de sus ocurrentes salidas. Dijo: Ah, pero... ¿Manuel tenía un hermano?. El público le rió la gracia, porque para la gran mayoría la duda es la contraria, si Antonio tenía un hermano. Cuando aquella noche, su bastón de ciego le leyó a su mano la rugosidad del adoquinado del  patio donde madura el limonero, al maestro se le cayeron dos lágrimas como puños. Dicen que fue la primera vez que se arrepintió en público de un  comentario suyo.

El Palacio de las Dueñas fue construido en el siglo XV y ampliado en el XVI,  por la familia de los Pineda, que tuvieron que venderlo para poder pagar el rescate de uno de sus miembros, prisionero  de los "moros".  Por lo tanto su arquitectura posee elementos góticos,  mudéjares y renacentistas.




Su nombre se debe al cercano y desaparecido monasterio de la Compañía de las Dueñas, cuyas hermanas se dedicaban a servir a la aristocracia de la época. Es un palacio con todas las pautas de la arquitectura nobiliaria sevillana de ese momento y aunque se le compare con la Casa de Pilatos, es necesario añadir que, arquitectónicamente no son comparables. Son dos edificios o mejor, dos conjuntos arquitectónicos, diferentes. La Casa de las Dueñas tiene más embrujo, un aire más andaluz, más sevillano. Los elementos ornamentales que conforman su arquitectura:  Las yeserías mudéjares, los azulejos de los zócalos, los suelos de barro, los artesonados, las puertas... pertenecen al más puro estilo hispanomusulmán. La Casa de Pilatos, sin embargo, posee una fuerte influencia italiana. 




Los Patios del Palacio de las Dueñas, con el albero como parte indispensable del suelo que los pavimenta, no ofrecen espectaculares fuentes de mármol, ni logias que fantasean la perspectiva. A pesar de la belleza y el valor patrimonial que ostentan, pertenecen a una estética que nos resulta familiar.




 Las salas que se pueden visitar, solo en la planta baja, están decoradas con consolas Luis XV, muebles castellanos de los siglos XV, XVI y XVII, sillas Chippendale, tapices de diferentes épocas y escuelas, jarrones de porcelana de Sevres, lámparas de araña, cuadros costumbristas y todo eso mezclado con, faroles granadinos, alfombras de esparto, cerámica popular andaluza, sillones de anea, braseros de cobre...






En esa mezcla radica parte del encanto que transpira este palacio. Si fue la mediática Cayetana Fitz-James Stuart la decoradora o si fue algúno de los que componián su folclórica corte, eso no consta en el programa. Fotografías familiares, títulos, libros, diplomas, pintura naif (obra de la Duquesa) y hasta una bandera del Betis, también conforman la abigarrada decoración de esas salas.

Este palacio que fue incendiado, bombardeado en la Guerra Civil (por aviones fascistas aunque una placa allí expuesta diga lo contrario), que fue casa de vecinos y restaurado varias veces, acogió entre sus muros a Eugenia de Montijo, a Grace Kelly, a Jackelin Kennedy, a los Duques de Winsord y a Borges. En esos patios repletos de calas, jazmines, buganvillas, palmeras y cipreses convivió Cayetana con sus extraños maridos, sus bailaores y sus toreros.


Entre las obras de arte que se exponen, muy pocas en comparación con la gran colección que atesora el Palacio de Liria en Madrid, caben destacarse,  "Santa Catalina entre Santos"de Neri de Bicci, "La Bailaora" de Mariano Benlliure, "La Epifanía" de Luca Giordano o el tapiz "Ofrenda de Abraham y Melquiasedec en el templo de Jerusalén" de Francisco Van de Hecke. 


Las Dueñas, como se le conoce popularmente en la ciudad, está abierta al público desde el pasado 17 de marzo, a 8 euros la entrada (porque la familia Alba "no dá puntá sin  hilo") y Sevilla adquiere otro atractivo más para que al turista no le de tiempo a aburrirse entre sus calles. Es Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía y ahí nació uno de los más grandes poetas de la literatura universal, Antonio Machado..."Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla donde madura el limonero". 


Las fotografías que ilustran este post son propiedad de andaluciainteriors.blogspot.com


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