martes, 4 de marzo de 2014

LA LUZ Y LA SOMBRA


Dice Tanizaki, en su célebre "Elogio de la sombra", que en occidente el más poderoso aliado de la belleza ha sido siempre la luz, en contra de la estética tradicional japonesa donde la esencia está en captar el enigma de la sombra. En Andalucia, el poder de la luz es tan fuerte, que es a la estética a la que no le queda más remedio que ser su aliada. Sin embargo, la sombra debe utilizar todos los resortes para que se haga posible. Aquí, no es un enigma, es simple y llanamente una necesidad. De ahí el patio con la vela y el porche con la parra.
En Andalucía, la luz condiciona y como en cualquier parte del planeta, el clima ordena. Tanto los romanos como los árabes, supieron desde un principio acondicionarse y adaptarse al terreno, aprovechar la luz e inventarse la sombra. Itálica aún conserva los pilares que sostenían los soportales de sus calles y el suelo con mosaicos de los patios de sus villas. La Alhambra, la luz y la sombra como máxima expresión en un espacio diseñado para ser habitado por el ser humano. Después el siglo XVIII,  con sus luces y sus sombras, definen la estética y parte de la ética de lo que hoy denominámos Andalucía. J. Caro Baroja lo documenta en su obra "Etnología andaluza". De este tiempo datan las corridas de toros, más o menos a como se celebran hoy día y el flamenco. La influencia artística del final del barroco, quizá por su cercanía en el tiempo, marca buena parte de la expresión, de la actual fachada andaluza y por lo tanto de su estilo.  Eso no sucede, por ejemplo en La Toscana, que posee un estilo propio sobradamente conocido, pero que está influenciado por los parámetros de siglos anteriores. La Provenza y todo lo que a arquitectura y decoración se refiere, si está claramente impregnada del XVIII, hay que tener en cuenta que Francia es dogma en ese siglo, pero también y como sucede en Andalucía, por todas las culturas que pueblan el Mediterráneo.
Muy pocas cosas y menos en este campo del que hablamos, pueden presumir de pureza, perfección y exactitud. Todo lo que admiramos y sentimos dentro del espacio en el que nos movemos, tiene muchas formas de interpretación y por tanto de calificación. Adjetivar para promocionar y vender un producto, dentro de la industria del mueble o de la del turismo, es otra cuestión.
¿Existe, por tanto, un estilo propio de interiorismo andaluz? El purismo, ya lo hemos escrito, no existe. Habría que incluir, con leves diferencias, a otras comunidades cercanas, como Extremadura o Castilla-La Mancha. Todo es fusión, las fronteras políticas no delimitan milimetricamente los gusto ni los usos. Es evidente que el clima y el paisaje como consecuencia, marcan sobremanera las pautas y no sólo en una forma de crear habitat, si no en todo lo demás.
Inglaterra, Francia e Italia, importantes potencias económicas y culturales desde hace siglos, imponen también sus influencias, no solo aquí sino en el resto del mundo. El estilo colonial, en todas sus variantes, es hoy día una corriente muy extendida. Si observamos con detenimiento los decorados que lucen los cuadros de los pintores andaluces de la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX, el costumbrismo, podremos admirar muchos adornos y enseres propios de la cultura andaluza, pero también de  la cultura francesa, anglosajona y por supuesto de la América colonial española. El tresillo, que llaman sevillano, que está presente en los patios de toda buena casa sevillana, fabricado en madera con asiento de anea, está decorado con escenas orientales. Es un conjunto mobiliario que proviene de Filipinas, ex-colonia española, aún hoy se sigue fabricando igual.
Los elementos, los materiales, los colores, las texturas... el paisaje, el sol.
La luz.
La cal, que se utiliza como material constructivo desde hace más de diez mil años y que es común a todo el Mediterráneo, en Andalucía es parte intrínsica de su imágen. Su utilización en paredes y fachadas puede reducir la temperatura del interior de una vivienda en casi siete grados. El barro, que laboriosamente se convierte en azulejo, es un componente básico en las construcciones andaluzas. El añil, una de las gamas del color azul, el amarillo albero, el almagra, dentro de los rojos. Colores y materiales que definen, pero que no son exclusivos del sur de la península ibérica. La cal mezclada con pigmentos azules, el añil, es la impronta de algunos pueblos del norte de Marruecos. La cal, blanca, es Ibiza y es Mikonos. La azulejería en las fachadas portuguesas es casi un alegato. Si a este fondo cromático y con textura, geográficamente compartido,  le añadimos algunos componentes... ¿Existe un estilo andaluz?
Con la llegada del turismo a Andalucía y más concretamente a la Costa del Sol, surge la necesidad de decorar hoteles, villas y apartamentos y aunque en un principio el "estilo internacional" sobre todo en arquitectura, suple porque es la tendencia del momento, muy pronto el "toque" autóctono, se impone como un valor para, con personalidad propia, vender mejor el producto. Paralelamente en el resto del país y también en Andalucía cala profundamente el denominado, para algunos, "estilo paradores", a raíz de la implantación de ese tipo de establecimiento hotelero por parte del Estado. Los  Paradores Nacionales que se instalan en castillos y palacios rehabilitados, se decoran con emblemas patrios aludiendo en muchos casos a la pura fantasía.  De la dramatización de esos espacios, se degenera sobre todo en  el sur, en bares, mesones y tablaos en un folclorismo que  para el gran público, que no entra en detalles, pasa por "estilo andaluz".
Aunque la escenografía teatral y falsa inunda gran parte del panorama del último tercio del siglo pasado, la seriedad basada en criterios más auténticos y fusionados, también funcionó.
Con telas procedentes de Asia y de África, piezas vidriadas de Granada, Triana o Talavera, muebles rústicos castellanos o mallorquines, objetos y enseres de Marruecos (los andalusíes expulsados de la península en el siglo XV y posteriormente los que nacieron y vivieron en el Protectorado Español, también aportan a ese país, lo que ahora importamos) y por supuesto la anea, el barro de Lucena, Bailén o Extremadura, los trabajos de forja (existen aún muchos herreros en Andalucía), el reciclado de los muebles rondeños y las alfombras alpujarreñas, creó un universo propio el maestro Jaime Parladé, paradigma del interiorismo en el Sur de España y que nosotros considermos artifice del, si existe, estilo andaluz.
Hoy seguimos utilizando elementos y materiales propios, ( inclusive el mármol de Almería, desconocido durante siglos) sobre todo en arquitectura. Las normativas para la rehabilitación y restauración de edificios así lo imponen además. Pero la globalización y la vida cotidiana impiden que un estilo sea la norma generalizada en ningun rincón del planeta. Aún así, muchos hoteles, sobre todo rurales, cortijos y haciendas rehabilitadas para eventos, casas en los centros históricos  y villas en puntos turísticos de lujo como Sotogrande o Marbella optan por una decoración, sino pura, al menos con un claro acento andaluz. Los que hacemos posible Andalucía Interiors, vamos a intentar mostrarlo y documentarlo. Contamos con el apoyo de la potente luz del Sur y la siempre buscada magia de la sombra.  


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