jueves, 5 de junio de 2014

LA "RESIDENCIA DE SAN FRANCISCO"

En el año 1930 se publicó por primera vez la revista bimestral de arquitectura "Cortijos y Rascacielos". Con este sugerente y bipolar título se expresaba la ilusión de muchos arquitectos españoles, que luchaban por la renovación arquitectónica y estilística del país, sin renunciar a su rico pasado artístico y arquitectónico. Por supuesto, ambas posiciones, dentro de las corrientes internacionales que imperaban en el momento. En un principio las teorías de maestros de la talla de Torres Balbás, arquitecto, restaurador e ideólogo, fueron muy bien acogidas y mostradas en dicha revista. La llegada de la Guerra Civil, interrumpió la utópica publicación y no fue hasta el año 1945 cuando volvió a salir a la calle. En esta nueva etapa la revista, editada por el arquitecto Casto Fernández-Shaw y dirigida por su hermano, el también arquitecto Guillermo Fernández-Shaw, tuvo que censurar las ideas, las innovaciones que sonaran a contrafacistas y por supuesto todo lo que oliera a extranjero, dado el estado de aislamiento del régimen de Franco. A pesar del tinte patriótico y a veces casi folclórico, de la restaurada publicación, nos parece, sin embargo, interesante destacar los artículos que hacen referencia a la urbanización de espacios y posterior construcción de edificios y villas en el Protectorado Español en Marruecos. También es curiosa la visión que se hace de las nuevas construcciones que con vistas a una futura infraestructura turística destaca la revista. 


En el número 38, correspondiente a los meses de noviembre y diciembre de 1946, la revista Cortijos y Rascacielos, le dedica un reportaje a la nueva hospedería inaugurada un año antes en el recinto de la Alhambra de Granada. Este nuevo establecimiento, que después pasaría a la red Nacional de Paradores, se llamó en un principio Residencia de San Francisco. Dice la publicación: "... Se unieron en este caso el buen gusto, el talento y la autoridad de dos personalidades, como el arquitecto Francisco Prieto Moreno, conservador de la Alhambra y director general de Arquitectura y el catedrático de Historia del Arte de dicha universidad, D. Antonio Gallego Burín". Hemos de aclarar que los cargos del arquitecto Francisco Prieto, eran los que ostentaba el citado Torres Balbás y que les fueron indignamente arrebatados por el régimen franquista. 
Este edificio fue construido en el siglo XVI como convento franciscano, sobre uno de los palacios nazaríes de la Alhambra. Albergó en un principio la tumba de los Reyes Católicos y fue reformado totalmente en el siglo XVIII, hasta que a mediados del siglo XIX cayó en abandono. En 1928 el estado lo adquirió y rehabilitó, para utilizarlo como Escuela de pintores Paisajistas. La Dirección General de Turismo proyectó establecer allí el actual Parador y este fue cedido en 1934 por la Dirección General de Bellas Artes. 


Nos remitimos otra vez a la descripción literal de la revista Cortijos y  Rascacielos, con la prosa propia del momento,  para hacernos una idea del estilo final que adquirió el edificio: "... Todo se haya en armonía con el carácter del histórico edificio, y más que moderna hospedería, asume la índole de residencia o retiro espiritual: dormitorios con apariencia de celdas monacales; galerías o claustros, alhajados con antiguo mobiliario de estilo español; salas de lectura y descanso, asimismo con muebles, cuadros y grabados españoles; notable comedor, donde se hayan excelentemente representadas las industrias artísticas granadinas... " Solamente podemos ofrecer dos fotografías (escaneadas y en blanco y negro) del diseño de interiorismo que se realizó en el establecimiento. Efectivamente la nota granadina impera en los espacios, de ahí que hayamos decidido dedicar un post a este lugar. Destacar, en la ilustración del salón de lectura,  los faroles  "granadinos" o andalusíes, no solo en los techos sino también utilizados como lámparas de pie, las cortinas elaboradas con las típicas telas alpujarreñas y la alfombra (casi no se distingue en la fotografía) también de clara influencia árabe. En el mismo espacio, destacamos un sillón de cuero de los llamados castellanos y la leñera de esparto. El cuadro de Isabel la Católica sobre la sencilla chimenea, de estilo internacional,  es  detalle casi obligado en este lugar, aparte de  por la utilización ideológica que de ella hizo el régimen de Franco. 



En el pie de foto que nos muestra parte del comedor, se anota: "Ante las chimeneas españolas triunfa la filigrana labor de los rejeros granadinos". Efectivamente ese elemento decorativo tan original y típicamente granadino, triunfa ante las chimeneas. De claro origen árabe, se ha utilizado para diversos usos aparte del decorativo. En las cocinas como colgador, como perchero o como separador de espacios. Hoy este tipo de trabajos en forja, se venden con mínimas diferencias estéticas, aunque de mucha menos calidad, en Marruecos y  en las últimas décadas han vuelto a los hogares, esta vez de medio mundo. 
Los cobres que decoran la repisa de la chimenea ya tuvieron un análisis en el articulo que publicamos hace unos meses con el título de "El interiorismo en la obra de Federico García Lorca". Recordar que son utensilios domésticos, en este caso para uso decorativo y que son  muy característicos de las casas granadinas. El suelo con olambrilla y los ladrillos de barro en la chimenea refuerzan el carácter andaluz del espacio. 


Debemos observar y analizar este trabajo de interiorismo desde la perspectiva del momento en el que se realizó, los años cuarenta del siglo pasado. Desde el contexto histórico de la España de esa época, que imponía todas las pautas, sí, incluso las estéticas. Por lo tanto no podemos hacer una crítica basándonos en referencias posteriores. Aún así, pensamos que quizá el equipo de arquitectos e interioristas de esta residencia de San Francisco, sucumbieron demasiado al peso histórico del edificio. Quizá los detalles decorativos locales impregnan demasiado un ambiente que se ofrece como relajado y conventual. Quizá y como también detallábamos en el artículo que publicamos con el nombre de "La luz y la Sombra", la decoración de los Paradores Nacionales dimensionó su carácter oficial, dramatizó su nacionalismo.
La revista "Cortijos y Rascacielos" dejó de publicarse en el año 1954. Su director y colaboradores llegaron a la conclusión de que una revista de arquitectura estaba obligatoriamente sujeta a la modernidad, a las influencias internacionales y al pensamiento, algo imposible de llevar a cabo bajo la censura del régimen de Franco.
 

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